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miércoles, 16 de junio de 2010

Perdemos biodiversidad, perdemos vida

 Perdemos biodiversidad, perdemos vida


Es imprescindible, muy necesario y urgente: debemos situar la biodiversidad en el lugar que le corresponde en el mundo de la economía mundial. Porque el hombre es incapaz de crear biodiversidad de forma artificial, ni los servicios que nos prestan los ecosistemas.



16.06.2010, ladyverd.com 
La biodiversidad abarca todas las formas de vida, los medios naturales que las acogen y la variedad genética que las caracteriza. El hombre depende de los  bienes y  servicios que nos proporcionan los ecosistemas. Los ecosistemas nos permiten cultivar en tierra fértil, beber agua potable, almacenar el CO2 de nuestras industrias y demás agentes contaminantes y, además, la naturaleza nos ayuda al proporcionarnos alimentos y medicinas. La biodiversidad es la principal responsable de nuestro bienestar, nuestra calidad de vida y nuestra existencia, y nos permite seguir viviendo en la tierra.

Pero prácticamente dos tercios de los servicios que prestan los ecosistemas se encuentrandegradados debido a la actividad humana, o no se explotan de forma sostenible. Surgen  inquietantes noticias que informan de la desaparición de 27 millones de hectáreas de bosque tropical en tan sólo 5 años. Esta superficie equivale al 2,4% de la totalidad de bosque tropical.

En lo que llevamos de siglo XXI, la proporción de deforestación anual es tan elevada como en toda la década de los 90. ¿A qué se debe tanta destrucción? La mayor parte de la superficie deforestada ha sido transformada en cultivo para alimentar al ganado y en plantaciones de aceite de palma. Las pérdidas se van acumulando con el paso del tiempo de una forma maliciosa, en algunas zonas más que en otras, auspiciadas por una economía que debe cambiar de rumbo. La destrucción de los ecosistemas del mundo es responsabilidad de todos. Consumidores, exportadores o inversores, todos estamos implicados de forma indirecta en la deforestación.

El proceso de pérdida de biodiversidad se desarrolla a pequeña escala y muchas veces se hace imperceptible. Además, sus consecuencias se sufren con cierto retraso. Por ello, muchas prestaciones esenciales se pierden antes de que la sociedad sea consciente y pueda reaccionar.

La economía  debe valorar a la naturaleza en su real medida e incluirla entre los principales indicadores económicos mundiales. El hombre es el resultado de una evolución de más de 3.000 millones de años y no existiría de no ser por esa multitud de formas de vida y el equilibro natural.
En estos momentos el hombre tiene en sus manos conservar la naturaleza que le permite vivir. Es necesario implantar una estrategia de protección de la biodiversidad: la humanidad pierde anualmente unos 50.000 millones de euros a causa de la pérdida de biodiversidad y la creciente contaminación de los ecosistemas.

Cuando se destruye o daña un ecosistema, se deterioran también los servicios que presta. La sustitución de estos servicios con medios técnicos resulta en ocasiones muy costoso, pero muchos servicios que prestan los ecosistemas no cuentan para la economía. Todo el mundo sabe que un kilo de patatas se paga, pero está convencido de que la formación del suelo fértil o la polinización de las plantas cultivadas resulta gratis.

El proyecto “TEEB” (The Economics of Ecosystems and Biodiversity) tiene por objetivo valorar económicamente los servicios que nos prestan los ecosistemas atribuyendo un valor monetario a dichas prestaciones y evaluando las consecuencias económicas que conlleva la pérdida de biodiversidad. Los primeros resultados muestran que, al ritmo de pérdida de biodiversidad que se registra actualmente, muchos servicios no podrán prestarse y, en 2050, la humanidad alcanzará un déficit en materia de bienestar de aproximadamente un 7% del producto nacional bruto en el mundo.

Algunos ejemplos de los servicios que presta la biodiversidad:

Para el medioambiente: producción de aire respirable, clima estable gracias a los almacenes naturales de CO2, la aceleración del ciclo del agua mediante la evaporación de las plantas y el reciclaje de materia vegetal muerta.
Para nuestra salud: un componente de nuestras medicinas, el efecto relajante que nos aporta una naturaleza variada y la absorción y depuración de agentes contaminantes.
Para nuestra alimentación: todos nuestros alimentos, la formación y estabilidad de las tierras fértiles, el mantenimiento del ciclo de los elementos nutrientes,  la polinización de los cultivos, la reserva de plantas salvajes y comestibles, el alimento de nuestro ganado y el abono orgánico.
Para la economía: paisajes naturales y culturales de gran valor turístico, agua potable provenientes de ecosistemas próximos a su estado virgen.
Para la seguridad: una garantía de protección contra los desprendimientos de piedras y avalanchas, el almacenamiento de agua en ecosistemas y la protección que suponen contra las inundaciones y la protección contra las especies invasoras.

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